No te des por vencido, ni aun vencido, no te sientas esclavo, ni aún esclavo; trémulo de pavor, piénsate bravo, y arremete feroz, ya mal herido. Ten el tesón del clavo enmohecido, que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo; no la cobarde intrepidez del pavo que amaina su coraje al primer ruido. Procede como Dios que nunca llora, o como Lucifer que nunca reza, o como el robledal, cuya grandeza necesita del agua y no la implora . ¡que muerda y vocifere vengadora ya rodando en el polvo tu cabeza!
Si te postran diez veces, te levantas otras diez, otras cien, otras quinientas . No han de ser tus caídas tan violentas ni tampoco por ley, han de ser tantas.