No quiero más engaños, no quiero daños NUNCA MÁS .

sábado, 17 de marzo de 2012

Y suele resultar, también, que cuando hemos llegado hasta ese borde de desesperación que precede al suicidio, por haber agotado el inventario de todo lo que es malo y haber llegado al punto en que el mal es insuperable, cualquier elemento bueno, por pequeño que sea, adquiere un desproporcionado valor, termina por hacerse decisivo y nos aferramos a él como nos agarraríamos desesperadamente de cualquier hierba ante el peligro de rodar en un abismo .